viernes, 29 de diciembre de 2017

I PARTE: Mamá, mamá, yo quiero que mis personajes molen

Hoy, día veintinueve de diciembre, doy por inaugurado otro apartado en este fantástico blog perdido en la marea de Internet: los consejos. No hace falta recordar que no tengo la verdad absoluta sobre todas las cosas (aunque me guste fingir que es así o me pelee con quien me lleve la contraria) y que nadie tiene por qué hacerme caso sistemáticamente, ¿no? Sigo siendo otra pringada de Wattpad a la que le encanta decir estupideces... y rajar, sobre todo rajar. Como aún no he aprendido a dejar de enrollarme, dividiré las entradas en dos: la de los personajes y la de la trama. 

Como veis, estamos en la primera parte. Siguiendo el estilo de @una_joven_dama y sus graciosos despotriques sobre tramas históricas (100% recomendadas, porque nunca nadie tuvo tanta razón. Podéis encontrarla en Wattpad), primero pondré las cagadas monumentales y después cómo resolverlas. 

CAGADA #1: Todos los personajes masculinos son Brad Pitt, y todos los personajes femeninos son Charlize Theron


Antes de que nadie se me eche encima... Sí, lo sé, ¿quién puñetas va a leer una novela romántica, y sobre todo, erótica, si el protagonista no es un bombón que se folla solo? Pues aquí viene la primera sorpresa: muchísima gente. Jane Austen no describía precisamente los pectorales del señor Darcy y es actualmente el galán de novela romántica por excelencia. Vamos, Austen soltó que era alto y apuesto y ahí se quedó (ah, la imaginación y la perversión, qué daño nos han hecho... Eso y Matthew MacFadyen, que vaya Darcy guapo interpretó), y os aseguro que Lizzie no se pasaba toda la novela recordando lo cañón que estaba porque... Guess what: ¡no nos enamoramos de la gente porque tenga unas musculosas pantorrillas!


¿Quiero decir con esto que los protagonistas deban ser feos? Por supuesto que no, pero que tu elenco de personajes parezca sacado de la Vogue al final hace que el lector se sienta un poco amenazado. Yo al principio lo vivía pensando en la de tíos buenos que rondaban por ahí, pero si quieres escribir un relato real y que se ajuste un poco a lo que hay cuando vas por la calle (dejo fuera a Lena Valenti y a su saga Vanir. Por favor, ahí todos eran descendientes de la diosa del amor, es normal que estuvieran para darles una buena sacudida), digo yo que alguien tendrá que ser normalito aparte del tipo que rechaza la protagonista, o en casos extremos, el malo malísimo (¿por qué los malos siempre tienen que ser feos? ¿Acaso no le habéis visto la cara a Dath Vader? ¿Y es que Heath Ledger no estaba buenísimo, incluso de Joker?). En cualquier caso, un buen protagonista masculino para babear nunca está de más. Simplemente hay que entender que no es necesario tener cara de rompe-corazones para hacerlo.

Luego viene el problema del personaje femenino. El personaje femenino siempre es de una ''normalidad apabullante'', pero luego resulta que mide metro ochenta y tiene un culo de revista. Está muy bien jugar con que un personaje no tenga amor propio y sí una imagen distorsionada de sí mismo, pero, ¿alguien se ha planteado alguna vez crear a un personaje con el que los lectores puedan sentirse identificados? Ya no hablo solamente de las mujeres, a las que en realidad nos encantaría leer sobre unos kilitos de más, un poco de celulitis, algunas estrías, el pelo hecho una mierda de tanto tinte, una nariz grande, o un diente torcido, o la piel pecosa... También de los hombres, que aunque haya pocos leyendo literatura romántica, imagínate la presión de tener que ser culturista y gozar de una vara de veinte centímetros para llamar la atención de una dama. 


Que conste que aquí nadie está pidiendo la descripción del Grinch, pero si estás escribiendo una novela con Angelina Jolie de protagonista, yo, como mujer del montón, mucho no la voy a comprender. Será cosa mía, que los excesos de perfección no me encajan del todo y no me gusta pensar que para ser guapa tienes que tenerlo todo en tu sitio.

Creo que en prácticamente todas las novelas que salen ahora, uno se pierde entre tanta belleza y se le da una importancia casi absurda al físico y a la atracción. Eso da a entender, lo quieras o no, que la pareja se quiere únicamente porque existe entre ellos la necesidad instintiva de frotarse un poco. Y a todos nos encanta un refrote, pero es que a veces parece que la única razón por la que están juntos es porque los dos son muy guapos y se gustan muchísimo. 

Llamadme loca, pero según tengo entendido, no puedes construir una vida con alguien solo porque tiene unos ojazos espectaculares (aunque los quieras para tus hijos). Digo yo que los vínculos se forjan cuando te abres a una persona, dejas que te conozca a nivel personal, con tus miedos, tus vergüenzas y deseos, y ahí es cuando él se enamora... o no. Aunque claro, cuando el personaje es una Mary Sue, ¿qué miedos va a tener para contar, si su profundidad emocional guarda una asombrosa relación de proporcionalidad con un ladrillo?

Así pues... CONSEJO #1: 

  • Por favor, Mary Sue, no nos recuerdes que tu hombre tiene las dos filas de abdominales perfectamente alineadas cada vez que sale en escena. No es necesario hacer tanto hincapié, que luego nos llaman cachondas a las lectoras de romántica y nos lo tenemos que tragar porque es verdad. Háblanos mejor de cómo te sientes al verle, que es más importante y no da a entender que cuando cumpla los sesenta y tenga barriga cervecera, le vas a poner los cuernos con el tío del aire acondicionado.
  • Mary Sue, intenta tener algún defecto físico, aunque sea mínimo, para ser realista y no una proyección de una modelo de bañador. Aunque solo sea que te maquillas mal o tienes un pie más grande que otro. Así las pobres mujeres mundanas podremos entenderte mejor. Lo mismo para ti, hombre querido. Tenemos suficiente con un Michael Fassbender para que haya dos.
  • Querida Mary Sue, no te tienes que enamorar del tío más guapo de la ciudad. Lo importante es el interior, ¿sabes? Además de que la belleza es subjetiva, y aunque por supuesto hay bellezas canónicas e insuperables en el mundo, también están los guapos controvertidos, los atractivos, los moninos... Mary Sue, de verdad, deja de rodearte de gente perfecta, que esto no es Los vigilantes de la playa.

CAGADA #2: Mary Sue, me caes mal

Ya he mencionado a nuestra amiga María Susana. Para las que no la conozcáis, a Mary Sue también se la llama Marty Stu o Gary Stu, y en mi pueblo muchos se refieren a ella como Doña Perfecta. Como nunca hablaré tan bien como lo hace mi amiga Wiki, os dejo la definición literal de esta magnífica mujer:

Mary Sue es un personaje ficticio en exceso idealizado. Usualmente es un personaje sin defectos notables, cuyos aspectos positivos superan todo su rol en la historia y lo vuelve unidimensional.

Pues aquí está. Chicas, Mary Sue; Mary Sue, chicas. Chicas, vais a odiar a Mary Sue. Mary Sue, tú... Tú no vas a odiar a nadie, porque eres perfecta y no albergas una sola fibra de maldad en todo su incomparable ser.


Creo que aquí todas hemos tenido una de esas en alguna novela, sobre todo en nuestros inicios. Yo personalmente empezaba con la lógica de: si el personaje masculino es maravilloso, el femenino tendrá que serlo también para merecerlo. Luego creces y te das cuenta de que todas las relaciones sociales sin excepción están considerablemente desniveladas, y te importa cuatro carajos. Pero a lo que voy es a que, por un motivo o por otro (la mayoría de veces porque es un álter ego de nosotros mismos y lo queremos demasiado para ponerle a hacer algo mal y es que bastante tenemos con lo nuestro), idealizamos tantísimo al protagonista que al final parece de chiste. 

Mary Sue es, por lo general, una crítica a los personajes de fantasía, paranormal, ciencia-ficción, acción y novelas con una gran carga argumental. Y hasta cierto punto es comprensible, porque cuando tienes una trama con mucho peso, los que se desenvuelven en ella (o más bien, cómo lo hagan) son lo de menos. Aun así, yo no lo disculpo. Si Harry Potter siendo un pegote, Ronald Weasley siendo un pringado, y Hermione Granger siendo una pedante, pudieron derrotar a Voldemort y ganarse el aprecio del fandom más amplio del mundo, cualquier protagonista de novela romántica/erótica/chick-lit (donde se supone que la importancia del carácter es mayor), puede resolver sus problemas armando la de la Marimorena por el camino y ser amada en el proceso.

Entiendo la preocupación de los escritores: es que si hago defectos muy notables, a lo mejor los lectores no lo perdonan. Error. El lector siempre va a perdonar al personaje, y no voy a decir ''si ve algo de luz en él'': lo va a perdonar siempre que su comportamiento esté perfectamente justificado. Es evidente que al haber de todo en la viña del Señor, no se tendrá contento a todo el mundo, ni un personaje gustará a todo el mundo. He ahí la clave de la cuestión: si tu personaje consigue calar a los lectores, sea para bien o para mal, significa que es merecedor de la historia que creaste para él. ¿Por qué? Porque un personaje tiene que ser una persona, y a una persona se la quiere y se la odia, no hay nadie idolatrado por todos sus compañeros de planeta sin excepción. Si todo el mundo lo odia es que te has pasado, y si todo el mundo lo quiere, tampoco te creas que es algo bueno. Hay que encontrar el equilibrio.

Ergo... CONSEJO #2:
  • Mary Sue debería tener sus problemas y preocupaciones al margen de las situaciones externas o nudos de la trama, y una manera definida de afrontarla. Si Mary Sue es tímida, no va a reaccionar como una diosa voluptuosa a la insinuación de un hombretón: hay que elegir planteamientos y soluciones acordes con la personalidad de la susodicha.
  • Mary Sue, querida, no tengas miedo a equivocarte o a hacer el imbécil. No siempre va a tener que ser el humano al que amas el que lía la de Dios, ¿no? Tendrás que equivocarte tú también, que no tienes la respuesta a todas las cosas ni vas a ser la mártir todo el libro. Un poquito de fifty fifty.
CAGADA #3: El síndrome de... ¿A ti no te he visto yo antes?



Es difícil crear un personaje que cale hondo simplemente por ser como es, porque a estas alturas se han escrito tantos libros que parece que es imposible sorprender... pero no imposible. A veces no es la historia, sino cómo la cuentes, algo que se puede trasladar a los personajes. Puedes crear a una protagonista salida, medio loca, divertida: ese sería el patrón, uno que gustará más o gustará menos, pero eso no es lo que la va a definir como inolvidable. De hecho, es lo que la definirá como una más de tantas salidas, medio locas y divertidas.

Os voy a contar un secreto: lo que separa a un personaje común de un personaje que llevarás en el corazón para siempre, son sus detalles. De acuerdo, a lo mejor me he pasado diciendo que lo llevarás siempre en el corazón, pero sí te acordarás de él cuando escuches algo que podría haber salido perfectamente de su boca, o veas algo que podría gustarle porque se hace hincapié en lo que le hace ilusión... Porque como he dicho antes, un buen personaje es aquel al que concibes como una persona de carne y hueso, e igual que te acuerdas de tu madre cuando dejas las bragas tiradas en la habitación (sabiendo que lo detesta), te acordarías de que a Pepita de los Palotes le gusta comerse las uñas cuando te dé por arrancarte los padrastros.

¿Cómo se hace inolvidable a un personaje? Te lo cuento en cuatro sencillos pasos.

CONSEJO #3

Crea un estilo que impacte visualmente. No es lo mismo que tenga el pelo largo, a decir que lleva el corte de George Harrison en la portada del disco Abbey Road. No es lo mismo que le guste la ropa de cuero, a decir que los pantalones le quedan demasiado ceñidos y se los está subiendo todo el rato. No es lo mismo que lleve vestidos de colores, a señalar que siente pasión por Ágatha Ruiz de la Prada. 

Especificar: esa es la clave. No con largas y extenuantes narraciones sobre cada detalle. Basta con asociarle una manera de llevar la ropa para que se le reconozca por algo tan simple como eso, y esto puede trasladarse a cualquier otro sentido. Debe tener un estilo de hacer las cosas, una manera concreta de referirse a los demás y comunicarse, un modo de desenvolverse en el mundo... Incluso debe resaltar algo en su físico para que no sea una persona simplemente guapa o simplemente fea. Para que nos entendamos, ¿no era Pippi Calzaslargas la niña de las coletas, o Heidi la de los coloretes, o Minnie Mouse la de los lacitos en el pelo?


Intenta que el público se sienta identificado con él: con sus reacciones, con su pensamiento o con sus sueños. Como he dicho por ahí, Mary Sue no tiene ninguna profundidad. Está ahí para ser buena, cariñosa, amable. Buena hija, buena novia, buena hermana, buena conciudadana de este bello mundo. El personaje inolvidable debe tener visión, aspectos controvertidos en su personalidad, defectos... También una opinión sobre cada problema que se le presente. En definitiva... Tiene que tener un poco de seso.


Haz que se valga por sí mismo, y que tenga valor per se. A veces da la impresión de que un personaje no es nadie sin la intervención de otro, acentuándose especialmente en la novela romántica. Parece que sin el protagonista, Pepita de los Palotes no sabe qué hacer, ni a dónde ir, y su vida es un completo desastre cuando desaparece de escena. También ocurre a la inversa, sobre todo cuando el narrador es omnisciente: Pepito de los Palotes se va, pero no sabemos ni a dónde, ni cómo se siente respecto a todo... Está ahí para ser el tío bueno por el que se pirra la protagonista, para soltar cuatro frases cachondas y voilà, ya está todo hecho. Digo yo que el señor tendrá su propia historia detrás, ¿no? Que estar macizorro está bien, pero vamos a dejarle lo de ser solo físico a Magic Mike.

A modo de resumen, y siempre en mi opinión, hay dos tipos de personajes: los que te hacen pasar un buen rato y los que te dejan el corazón vacío cuando acabas su historia (y luego están los que son un despropósito de clichés o incoherencias, pero ahí ya no me voy a meter... al menos, no hoy). Los primeros no están nada mal. Hay quien se toma la lectura para desconectar un poco, reírse y suspirar, y este tipo de personaje lo consigue por su frescura. Muchos de los libros con protagonistas del tipo han triunfado y han sido best seller, así que es evidente que la profundidad no tiene por qué ser la clave del éxito.

Pero en mi opinión, y hablo como lectora que se nutre de la narrativa con estilo propio y a la que le encanta aprender y crecer cuando lee, los segundos son verdaderas joyas porque logran calarte hondo. Porque te marcan.

Y no hace falta ser un genio para conquistar a un lector, ni tener un gran vocabulario, ni siquiera una gran historia (será por buenísimas historias que han perdido por la manera en que estaban contadas): basta con plasmar la realidad del corazón, siempre justificada.
Esto no acaba aquí